Inmóvil y aferrado a su fe, Luis Antonio Dolores, yace en una cama de la sala cinco del Hospital Francisco Moscoso Puello desde hace más de dos meses donde, solo y triste, pasa sus días observando el techo.
El joven de 28 años fue herido a balazos por unos asaltantes que antes lo habían despojado de una motocicleta con la que se ganaba la vida, trabajando como delivery para una panadería.
Luis Antonio Dolores, quien recibe a diario tres unidades de sangre, sin familia que se pueda hacer cargo de él, pide un lugar donde habitar y que le proporcionen alimentos.
“Los únicos familiares que tengo son un hermano menor pero no tiene trabajo, y una tía en Baní que no tiene dinero”, expresó, con pesar, Luis Antonio, mientras la doctora le cambiaba la bolsa de suero.
Directivos del Hospital Moscoso Puello afirmaron su negativa a dar el alta al paciente, ya que él no se puede mover por estar parapléjico, aunque no pueden seguir costeando su estadía en el centro de salud.
“Siento las piernas acalambradas todo el día. Solo le pido a Dios que me ayude”, manifestó.
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